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La leyenda de la Doncella de Buera

La leyenda de la doncella de Buera Alquézar

El pueblo oscense de Alquézar tiene una curiosa leyenda que habla del inicio de la reconquista de esta villa medieval. ¿Quieres conocerla? Pues acompáñame hasta Alquézar en este viaje.


Unas veces son los paisajes lo que nos atrae del destino, otras veces la gastronomía, en ocasiones su historia y en otros momentos una leyenda. En el viaje de hoy por Alquézar todo eso juega un papel importante, pero es precisamente una leyenda la que nos ha llamado la atención.

Se trata de la leyenda de la Doncella de Buera, que habla de cómo se recuperó la villa de Alquézar al dominio árabe durante la edad media.

Es una leyenda que habla de su historia y también de su imponente paisaje y como los relatos épicos, aunque se alejen un poco de los hechos reales, nos encantan y son parte de la esencia de cada lugar hemos decidido hacerla protagonista de nuestro viaje. 


Leyenda

La leyenda de la Doncella de Buera

Cuenta la leyenda que uno de los reyes moros que poblaron este castillo sometía a sus súbditos a constantes abusos, y que para satisfacer sus caprichos exigía que se le entregaran las jóvenes vírgenes más hermosas de la zona. El rey se prendó de una de esas jóvenes que vivía en la cercana localidad de Buera. Allí era conocida por su belleza y por su largo pelo que se recogía en llamativos moños.

La doncella era de fe cristiana pero aceptó ser llevada al castillo del rey moro para que su familia no sufriera daños. Ideó un plan y alertó a los soldados cristianos para que, a su señal, todos atacaran la fortaleza porque podrían vencer entonces sin dificultad.

La doncella siguió adelante con su plan, y una vez en el castillo se vistió con sus prendas más sutiles y se recogió su cabello. Esperó a que el rey ordenara buscarla y traerla a su presencia. Una vez a solas, la joven deshizo su trenza con cuidado. De su interior sacó una afilada daga y la hundió en el pecho de su captor.

Con su propia espada le cortó la cabeza y la sacó por una ventana como señal a las tropas cristianas para que atacaran la fortaleza. Estos así lo hicieron y los soldados musulmanes, confusos y sin líder, viéndose perdidos, decidieron darse muerte. Vendaron los ojos de sus caballos, y al galope sobre ellos se precipitaron al vacío por el cañón del río Vero.

De esa forma, dicen, se reconquistó esta plaza y se comenzó después a hacer lo mismo con los territorios más al sur.

Las rocas de este cañón del rio Vero que rodean Alquézar tienen numerosos entrantes y salientes. Cuando aquí sopla el viento se produce un ruido estremecedor. La leyenda dice que lo que se oye es en realidad los relinchos de los caballos y los gritos desesperados de aquellos soldados moros que se despeñaron al verse acorralados y vencidos.


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